martes, 28 de abril de 2020

Cristiano: ¿Después de que pase esta gran prueba del Coronavirus, seguirás siendo la misma persona?

TÚ QUE TE CONGREGAS EN UNA IGLESIA:
¿Después de que pase esta gran prueba del Coronavirus, seguirás siendo la misma persona que antes solías ser? ¿Seguirás deleitándote en el pecado de manera irreflexiva o verdaderamente estás anhelando cambiar?
 
Antes de esta época de cuarentena causada por el Covid19, tu pastor te exhortaba una y otra vez a que abandonaras algunas prácticas pecaminosas que distorsionan tu andar con Dios, que avergüenzan a la iglesia y que opacan el impacto del evangelio en este mundo. El pastor y los líderes usaban cualquier medio para exhortarte a que llevaras una vida más semejante a Cristo, aún cuando te molestaban sus sermones, sus estudios bíblicos, sus charlas privadas contigo de exhortación e, incluso, aún cuando tu molestia era expresada con tu ausencia de todas las actividades de la iglesia, dejando de asistir a la iglesia en señal de tu profundo desacuerdo por tales exhortaciones y evidenciando con ello tu deseo de permanecer en tu propio caminar pecaminoso. Por amor, se te exhortaba a que abandonaras pecados como la mentira, el chisme, la calumnia, el robo, el mal genio, el sincretismo religioso, la lascivia, la lujuria, la fornicación, el adulterio, la pornografía, la unión de hecho o unión libre, el noviazgo con inconversos con miras a establecer un matrimonio mixto, las palabras soeces, las ganancias deshonestas, el fraude laboral, el desacato e irrespeto a tus padres, tus jefes y las autoridades civiles, el vínculo con las drogas y el narcotráfico, el vicio del cigarro o el alcohol, y muchas otras prácticas que entristecen a Dios. Pero simplemente, aunque escuchabas las exhortaciones de tu pastor y tus líderes espirituales, con molestia y arrogancia te negabas a cambiar el rumbo de tus acciones porque creías que “Dios está contigo ayudándote y bendiciéndote en cada decisión que tomas, y que nadie debe meterse en los asuntos de tu vida”.

La parte medular de la reflexión que Dios quiere que hagas a la luz de esta severa crisis mundial, sin embargo, es que respondas de manera positiva y con madurez a estas preguntas:


¿Seguiré siendo la misma persona que yo era antes cuando la pandemia del Covid-19 termine? ¿Mi manera de pensar y mis prácticas serán sometidas a una transformación, o deben quedar intactas porque no tengo nada que ajustar en mi vida? ¿Debo pedirle perdón a Dios por mi orgullo y mis conductas pecaminosas, o más bien persistiré en mi antigua manera de proceder, afirmando que el pastor y los líderes de la iglesia son los que están mal porque son unos religiosos que todo lo exageran? ¿Creeré que, ya sea que el Coronavirus haya venido como un problema de tipo natural o como un castigo de Dios para la humanidad, esta enfermedad no tiene nada que ver con mi vida, o en definitiva Dios ha hablado a mi corazón y debo estar con la plena disposición de hacer ajustes trascendentales en lo más profundo de mi ser?


Los pastores y los líderes espirituales de las iglesias, quienes también cometemos pecados y quienes ya estamos haciendo cambios sustanciales en nuestras vidas a la luz de esta crisis, anhelamos que tú también permitas que Dios transforme tu vida como consecuencia de tu seria reflexión y tu pronto abandono de aquellas prácticas incongruentes a la Palabra de Dios que sólo satisfacen tus deseos y pasiones, pero que no satisfacen la voluntad de Dios. La palabra clave en medio de las crisis es “transformación” (Romanos 12:2). Y si después de que esta tormenta pase decides continuar congregándote en la iglesia pero sin ninguna reflexión y trasformación, recuerda que ahí estaremos para continuar exhortándote como siempre lo hemos hecho (2 Timoteo 4:2), a fin de que vivas en santidad, pureza y piedad (2 Corintios 7:1), como un creyente imperfecto pero consciente de su responsabilidad de vivir para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).


A menos que el Coronavirus no toque tu salud ni tu vida, aprovecha esta fresca oportunidad que Dios nos está dando a todos con Su gracia y misericordia para que nos arrepintamos y nos apartemos del pecado (Proverbios 28:13), nos acerquemos más a Él (Hebreos 4:16), vivamos de acuerdo a Su Palabra (Mateo 7:24) y esperemos en piedad Su maravillosa venida (1 Juan 2:28).