domingo, 1 de junio de 2014

¿Misiones Urbanas en Nuestra Propia Ciudad?

Últimamente el movimiento misionero desde América Latina ha puesto su mirada en lugares que deben ser alcanzados por el evangelio pero que, comúnmente, son lugares que en su mayoría carecen de urbanidad, desarrollo y "carácter de ciudad". Este es un buen enfoque y prioritario, y creemos que no debemos perder dicha visión. Sin embargo, pareciera que por momentos se nos olvida que hay lugares que también deben ser evangelizados y alcanzados, que no necesariamente están ubicados donde geográficamente creemos que hay mayor necesidad (como aldeas pobres en países muy lejanos al nuestro). Tal es el caso, por ejemplo, de enormes ciudades desarrolladas y muy bien urbanizadas que alrededor del mundo crujen sus dientes por los golpes que la vida de pecado les da y que, desesperadamente, buscan alternativas equivocadas para menguar su sufrimiento físico y espiritual. Me estoy refiriendo a las ciudades donde vivimos, las cuales hemos perdido de vista cuando hablamos de "misiones"Debemos echar un vistazo a nuestras propias ciudades e invocar el nombre del Señor para que toque almas cristianas que se dispongan a  vivir el evangelio dentro de las mismas.

Por eso, sin descuidar nuestra tarea misionera transcultural realizada en otros países, debemos trabajar y luchar para llevar el evangelio con métodos urbanos y adecuados al aquí y al ahora en que se desenvuelve el hombre de "la modernidad", esto es, nuestras ciudades. Y aunque el evangelio tiene el mismo significado en cualquier parte del mundo, está claro que evangelizar en alguna ciudad de América Latina no es lo mismo que evangelizar en la China. Es bastante obvio que debemos cambiar nuestra metodología dependiendo del lugar donde nos encontremos. Así, pues, el lugar determinará la raza, la cultura, el idioma y las características singulares religiosas, políticas y sociales de la gente que queremos alcanzar. De ahí que, por ejemplo, no podemos evangelizar por igual a una tribu de Zaire que no posee los elementos de prejuicio tecnológico, que a un empresario y un ingeniero de la ciudad de Nueva York quienes sí poseen las herramientas tecnológicas necesarias para vivir a su manera.

Los laicos jugarán un enorme papel en la evangelización de las grandes urbes del mundo, pues son éstos los que más contacto tienen con el mundo moderno. Son los privilegiados de “llenar las ciudades” con el conocimiento verdadero de Dios. Por eso, los empresarios, artistas, músicos, filósofos, estudiantes, industriales, campesinos y toda la gente que se ocupa en algo, pueden ser alcanzados para Cristo de mejor manera por aquellos que se ocupan en lo mismo que ellos, es decir, laicos homónimos a éstos. 

La obra misionera realizada en países ajenos a los nuestros es muy importante, pues responde al llamado de Mateo 28:19-20 de llevar el evangelio a todas las naciones. Pero también creo firmemente que Dios anhela que los cristianos penetren en donde, por algún temor, nadie quiere penetrar. Se nos olvidó que la ciudad donde vivimos es nuestra Jerusalén. Sí debemos ir a los confines de la tierra donde aún no se ha predicado de Cristo. Eso es prioritario. Pero no por ello deja de ser importante la evangelización de nuestra propia ciudad. No todos los cristianos pueden ir lejos a otros países como misioneros, pero muchos pueden ir cerca y compartir el mensaje que puede cambiar la vida otras personas. 

No debemos perder de vista la enorme necesidad de Dios que nuestras ciudades sufren por la ausencia eficaz del mensaje de Jesucristo.