jueves, 29 de marzo de 2012

LA TERAPIA DE "LOS UNOS A LOS OTROS"


Empezamos con el mandato de Cristo de amarnos unos a otros (Jn.13:34, 35)  No es una opción; es el encargo que Él nos da.  Esta declaración se repite en 1 Juan 4:10, 11.  Debemos amarnos unos a otros como Dios nos amó en Cristo.  Esta es la base para trabajar juntos. 


Amar a nuestros compañeros líderes es desear lo mejor para ellos.  Si nos amamos unos a otros, NO DEBEMOS:
  • Juzgarnos más los unos a los otros (Ro.14:13).
  • Mordernos (es decir, herirnos) unos a otros (Gá.5:15).
  • Mentir los unos a los otros (Col.3:9).
  • Quejarnos unos contra otros (Stg.5:9).

 Positivamente, el amor intenta edificar a las personas.  Esta meta se consigue por medio de:
  • Recibirse los unos a los otros (Ro.15:17).
  • Servirse por amor los unos a los otros (Gá.5:13).
  • Someterse unos a otros (Ef.5:21 ver 1 Pe.5:5).
  • Soportarse y perdonarse unos a otros (Col.3:13).
  • Enseñarse o exhortarse unos a otros (Col.3:16).
  • Alentarse los unos a los otros (1 Ts.4:18).
  • Hospedarse los unos a los otros (1 Pe.4:9).
  • Orar unos por otros

domingo, 11 de marzo de 2012

¡EDUQUEMOS A LOS HIJOS ESPIRITUALES!


1 Ts. 2.7-12 - Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. [8] Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos. [9] Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios. [10] Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; [11] así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, [12] y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria.

La Biblia es un libro de analogías y metáforas, las cuales presentan de antemano la verdad, y nos aclaran ciertos significados a través de imágenes concretas. Una de las imágenes más gráficas en el ministerio es ver a quienes llevamos al Señor como si fueran nuestros hijos espirituales, nuestra simiente, nuestros recién nacidos. El pensar así de los nuevos creyentes nos provee un claro entendimiento de la naturaleza de nuestro ministerio. Si el evangelismo es la concepción y el nacimiento, entonces el seguimiento y la incorporación al cuerpo es la educación que el nuevo creyente recibe en el Señor. Sería muy insensato que por el placer de procrear muchos hijos descuidemos la educación y crecimiento de los ya nacidos. Ser padre sólo es producto de la genética, pero se requiere compromiso y amor para ser un verdadero padre, y paciencia y perseverancia para ser un buen abuelo. Pablo tuvo la visión de ser un padre que educaba a los hijos de Dios, alimentándolos, disciplinándolos, fortaleciéndolos y nutriéndolos.
Para los jóvenes de Tesalónica Pablo era como un padre que exhortaba y estimulaba a sus hijos. ¡Qué hermosa figura y muestra de afecto y cuidado! A eso nos debe conducir el evangelismo. Si se evangeliza y luego no se alimenta, simplemente se está amando el placer de la concepción y se deja atrás la responsabilidad que tenemos con el recién nacido, su infancia y niñez. Ningún método evangelístico es bueno si se ignoran las responsabilidades de velar por el crecimiento espiritual de los hijos de Dios. Si se deleita con el nacimiento de alguien, deberá también responsabilizarse por su crecimiento. No existe otra fórmula.