jueves, 4 de abril de 2013

¡Un rotundo NO al homosexualismo y al matrimonio gay!

El homosexualismo y el matrimonio entre personas del mismo sexo violan el plan maravilloso de Dios tocante a la sexualidad y al matrimonio. Como pastor y ministro del evangelio rechazo y contradigo todo tipo de argumento a favor de estas tendencias depravadas que contaminan al ser humano y que alimentan una vida llena de pecado y de pasiones desordenadas. "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad" (Romanos 1:18).

Ante la impiedad e injusticia de los seres humanos (Romanos 1:18) y ante la actitud de rechazar a Dios y adorar ídolos (Romanos 1:21–23), la ira de Dios se manifiesta contra ellos y deja que sigan su camino pecaminoso y sufran las consecuencias de su pecado (Romanos 1:26, 28). Al tener noción de los atributos de Dios, de su poder y divinidad, el hombre y la mujer que por naturaleza son pecadores, incluyendo los que practican el homosexualismo, tienen “pleno conocimiento” de las consecuencias de su pecado.

Por lo tanto, de acuerdo a la opinión de Dios establecida en los versículos de Romanos arriba citados, si el homosexual intuye que sus prácticas sexuales contradicen la estructura y la naturaleza esencial de la sexualidad otorgadas por Dios para que goce de ellas de forma heterosexual, y si percibe -aunque no lo comprenda o acepte como algo malo- que practicar el homoxesualismo simplemente produce una ruptura en su adaptación y socialización con la mayoría de sus semejantes, semejantes que por naturaleza comprenden que el uso apropiado es que un "hombre" goce de su sexualidad con una "mujer" y viceversa, entonces, ¿por qué yo tendría que estar de acuerdo con el homosexualismo y el matrimonio entre personas del mismo sexo si éstas por naturaleza perciben su fallo de forma inherente? Además, ¿por qué yo tendría que estar de acuerdo con tales prácticas pecaminosas si Dios clara y contundentemente las desaprueba y las condena?

Ninguna persona que se dice ser seguidor de Jesucristo, quien por lo tanto comprende espiritualmente la Palabra de Dios y la obedece, debe estar de acuerdo con el homosexualismo y el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni mucho menos practicarlo. Y si hubiese un denominado "cristiano" creyente, seguidor y practicante de estas tendencias pecaminosas, el tal es sólo un farsante, un hipócrita, un pseudo-cristiano, que juntamente con los que niegan a Dios (los agnósticos o pecadores no convertidos a Cristo) sufrirá las terribles consecuencias por su depravación.

Sin embargo, en nuestras iglesias locales siempre debemos dar la bienvenida con gozo y entusiasmo a cada homosexual y lesbiana que entren para buscar a Dios, mientras oramos por ellas y les predicamos el mensaje revolucionario y transformador de la verdad absoluta de la Palabra de Dios. Es mejor un heterosexual arrepentido y convertido, que un homosexual endurecido. Que la gracia de Dios los alcance, mientras éstos se dejen alcanzar.

Pastor Karel Golcher