lunes, 28 de marzo de 2011

UN LUGAR LLAMADO CIELO


Juan 14.1- 6  No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. (2)  En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. (3) Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (4)  Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. (5)  Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? (6) Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Debido a que la humanidad está ligada a la tierra hasta la muerte, son comunes las ideas falsas acerca del cielo. Algunas personas lo imaginan como un mundo etéreo de espíritus amorfos que flotan, mientras que otros niegan rotundamente su existencia. Algunas personas han regresado de experiencias cercanas a la muerte, y han descrito lo que vieron. En medio de todas las opiniones confusas y contradictorias, haríamos bien en recordar que nuestra única fuente segura y correcta de información sobre el cielo es la Palabra de Dios.

El Señor Jesús tenía un conocimiento directo del cielo, porque había venido del Padre a la tierra. Poco antes de morir, les dijo a sus discípulos que regresaría a la casa de su Padre a preparar un lugar para ellos, y que volvería después a llevarlos a su nuevo hogar. Varias semanas más tarde, mientras estaba en el monte de los Olivos, los discípulos vieron el cuerpo resucitado de Jesús ascender al cielo (Hch 1.9-11).

Desde ese día, los creyentes han estado esperando el prometido regreso del Señor. Cada uno recibirá un cuerpo inmortal de resurrección semejante al de Cristo. Será físico, visible y reconocible para todos. Incluso seremos capaces de comer (Lc. 24.41-43). El cielo es literalmente un lugar para cuerpos físicos, un lugar para vivir, servir a Dios, adorarle y disfrutar de Él para siempre. Conocer todos los detalles de nuestro hogar celestial es imposible, pero podemos estar seguros de que Jesús cumplirá su promesa de regresar por nosotros. Al entrar a esa morada hecha a nuestra medida, sabremos que finalmente habremos llegado a nuestro hogar, y que por la eternidad jamás podremos estar separados de Dios.

viernes, 11 de marzo de 2011

¡CELEBREMOS LA MISERICORDIA DE DIOS!

Los festejos son buenos para el alma, por eso siempre buscamos razones para celebrar. En lugar de aguardar los cumpleaños o los aniversarios ¿por qué no celebrar algo que podemos experimentar a diario? ¿Por qué no celebrar el hecho de que la misericordia de Dios es nueva cada mañana? A veces olvidamos lo que esto significa. En consecuencia, no somos tan misericordiosos como debiéramos ser para con nosotros mismos y para con los demás. Si nos abrazamos fuertemente al perdón de Dios y celebramos Su misericordia, todas las áreas de nuestra vida estarán tan rebosantes que incluso serán de bendición para las personas a quienes encontremos en nuestro camino. Toma un momento para agradecer a Dios por perdonarte. Comprende cuánta desesperanza habría en tu vida sin Su gracia. Permite que tu corazón se regocije mientras celebras Su renovada misericordia.