jueves, 10 de julio de 2014

CRISIS HUMANITARIA DE INMIGRACIÓN

Ante el problema de inmigración que se ha convertido en "crisis humanitaria", especialmente evidenciado por las capturas y deportaciones de centroamericanos -en su mayoría niños y adolescentes- en las fronteras del norte de México con los Estados Unidos (aproximadamente 47,017 niños y adolescentes que han sido capturados en la nación norteamericana por asuntos de ilegalidad inmigratoria y deportados entre Octubre del 2013 y Mayo de este año, de los cuales 34,611 proceden de Guatemala, El Salvador y Honduras) y ante el estéril diálogo que sostuvieron días atrás el vicepresidente de EEUU, Joe Biden, con los mandatarios de estas tres naciones centroamericanas, vale la pena reflexionar sobre ello y pronunciarnos a favor del bienestar de la integridad humana. 

Si fuésemos al espacio exterior y viésemos desde arriba nuestro hermoso planeta tierra, nos diésemos cuenta que no hay líneas fronterizas que dividan "de forma natural" su extensión, excepto quizás las que el hombre mismo ha hecho para dividir geopolíticamente a las naciones. Así, pues, la vista desde el espacio es sorprendentemente contraria a lo que nuestros ojos ven desde la tierra y es profundamente conclusiva: ¡No hay líneas fronterizas hechas por la mano de Dios! 

Aunque lo que sí hay son naciones -sin líneas fronterizas hechas por Dios que las divida- el problema de la inmigración es provocado por la falta de conciencia de quienes abusamos de las porciones de tierra que Dios nos ha prestado para vivir y convivir, llámense éstas naciones, pueblos o culturas. Creer que somos dueños de la tierra y no administradores de ella, es el clímax del problema de inmigración. Y aunque estamos comprometidos con acatar lo que las leyes establecidas por los gobiernos nos dicten respecto al tema de inmigración, también tenemos como tarea cristiana evaluar concienzudamente a la luz de la Biblia cuáles leyes e instancias legales contradicen los preceptos divinos o menosprecien el concepto de moralidad a fin de que podamos acatar tales leyes en su plenitud. 

Las escenas de las últimas semanas de los niños que están cruzando las distintas fronteras del norte rumbo a los Estados Unidos, quienes sufren las peores condiciones del clima desértico, siendo capturados por los agentes de las patrullas de control migratorio para luego ser llevados a refugios momentáneos antes de su deportación a sus países de origen, son desgarradoras. Los reportes e investigaciones indican que cientos de estos niños proceden de familias que profesan la fe cristiana en Centroamérica. Tal realidad, aunque parezca contradictoria ante la pre-suposición de que un cristiano o una familia cristiana debe o deben no violar ninguna ley por mandamiento divino (o a lo menos por un acercamiento bíblico o un intento de interpretación correcto de la Biblia respecto al tema de obedecer las leyes terrenales) nos ofrece a los cristianos la responsabilidad moral y ética de practicar compasión y misericordia con el inmigrante, aun cuando no tengamos un claro panorama o entendimiento sincero del contexto que provocó el éxodo de nuestros conciudadanos. 

Por tanto, elevo mi oración a Dios en tres dimensiones: 

1) Que Dios proteja, ayude, dé luz y sostenga a estos niños y sus familiares, en medio de su crisis inmigratoria

2) Que Dios transforme la mente y los corazones de nuestros gobernantes locales en Centroamérica, a fin de que éstos propongan, legislen y apliquen leyes apropiadas que provoquen mejoras en las condiciones socioeconómicas de nuestro istmo, con miras a frenar el masivo éxodo hacia los Estados Unidos

3) Que Dios transforme y atraiga de nuevo hacia Él a los gobernantes de Estados Unidos, nación que históricamente fundó su visión de gobierno en los preceptos bíblicos del amor, la compasión y la misericordia de Dios, a fin de que éstos implementen legalmente una verdadera y justa reforma migratoria en los EEUU

¿Hay alguien aquí que quiera unirse a mi oración? ¡Pronunciémonos! ¡Corramos la voz!

Con afecto cristiano,

Karel Golcher

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